Renacer 13 | Año 4 | Mayo 2012 | Testimonios
JAMÁS ME IMAGINÉ ESCRIBIR ESTAS LÍNEAS
Soy Isabel, tengo 41 años no
tengo hijos, no los puedo tener, como siempre digo "salí con falla de
fábrica", esta es la gran pena con la que ya he aprendido a vivir. Hace 5
años comencé mi carrera alcohólica, soy hija de una mujer alcohólica (ella
murió hace unos años producto de lo mismo), sé lo que se sufre vivir con una
persona alcohólica y lamentablemente eso fue exactamente lo que les hice pasar
a mis hermanas, sobrinos y en especial a mi esposo.
Yo vivía sola con mi madre, mis
hermanas estaban casadas y tenían hijitos pequeños, mi padre había muerto el
año 79' y mi único hermano hombre también había muerto el año 88' (todavía lo
extraño muchísimo). En mi juventud, viviendo con mi madre, me daba vergüenza
llevar amigos a la casa, porque no quería que se dieran cuenta de que ella era
alcohólica, me daba mucha vergüenza y rabia. Rabia y vergüenza, que años
después hice sentir a mi familia y mi
esposo.
Luego de casi no beber (por la
experiencia que viví con mi madre), pasé a beber socialmente en una fiesta o en
alguna reunión con amigos, uno o un par de tragos suaves. Fue cuando me separé
de mi esposo en el año 2005 (estuvimos 9 meses separados) cuando, sin darme
cuenta, comencé a beber en forma paulatina.
Comencé bebiendo una, o mejor
dicho, unas copitas de vino al almuerzo, o mientras cocinaba, pero luego de un
tiempo me di cuenta de que no podía parar de beber hasta acostarme.
Jamás bebí en la mañana y con eso
pensaba que no estaba tan mal, pero hace un poco más de un año comencé a beber
sin control, todos los días hasta llegar
a perder la conciencia.
Yo trabajaba en una empresa como
secretaria, viajaba al otro extremo de la ciudad en auto pero eso no era problema,
jamás bebí manejando, ni tampoco cuando estaba trabajando, lo hacia sola en mi
casa. Al salir de mi pega pasaba a "mis picadas" a comprar una cajita
de vino o unas petacas de whisky, ron o pisco, lo que pudiera ocultar en mi
cartera para pasar inadvertida, y para que nadie me sermoneara.
Pero esto se volvió una locura
cuando me quedé sin trabajo, tenía el dinero y el tiempo para beber a mis
anchas, la soledad era mi aliada. Mi esposo y mi hermana (que vive con
nosotros) trabajan, por lo que no había problemas, me quedaba todo el día sola
para hacerlo. Mi hermana que también supo lo que era vivir con una persona
alcohólica, sabía perfectamente en lo que yo andaba. No la podía engañar, pero
para que yo no tuviera más peleas y enojos con mi esposo, callaba. A mi esposo
lo manejaba y le actuaba para que no notara al nivel que yo estaba llegando,
siempre estuve consciente de mi enfermedad, lo viví con mi madre e incluso
traté de ayudarla, pero ella nunca reconoció su alcoholismo
Luego de mi última y gran
borrachera, el 9 de junio del año pasado y de haber hecho un gran show donde me
comporté como un verdadero “monstruo”, fue que mi esposo se comunicó con A.A. y
decidió llevarme. ¡¡¡Gracias a Dios lo hizo, hoy ya no bebo ni me dan ganas de
hacerlo, me siento tan bien!!! Recuperé mi libertad, porque mientras estuve en
el alcohol, estuve en una prisión, presa de la angustia y del dolor, hoy volví
a ser feliz, he recuperado mi corazón y el amor a mí misma.
Gracias amigos de A.A....
en
especial a mi grupo, los quiero mucho.
Isabel
Santiago Mayo, 2012.
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